viernes, 23 de mayo de 2008

¿Por qué las comunidades campesinas y nativas?


Sin duda, el hombre está peligrosamente desenfrenado. No porque no esté convencido de lo que quiere hacer sino porque no está midiendo las consecuencias de lo está haciendo. Y porque cree o alguien le ha hecho creer que, empezar por lo que consideran uno de los sectores económicamente más frágiles –o descartables, para él-, como lo son las comunidades campesinas y nativas, la cosa va a ser más fácil. Craso error del nuevo feligrés de la cofradía neoliberal.

Con el Decreto Legislativo 1015, promulgado de manera sorpresiva al más puro estilo fujimorista, el gobierno busca consagrar lo que no pudo hacer a través del Congreso de la República cuando presentó el denominado proyecto de ley 1992, mediante el cual flexibilizaba los mecanismos para que las comunidades puedan, a través de una mayoría simple de comuneros a una asamblea –no importando cuántos fueran- vender sus tierras. Dicho proyecto fue rechazado en comisiones y fue considerado incluso inconstitucional. Pero García, envalentonado dizque por el éxito de la cumbre con la Unión Europea, ha decidido dar el zarpazo.

Este decreto apunta a ser sin duda el tiro de gracia de Alan García contra la comunidad campesina. Aspira a ser la constancia de su servilismo ante las transnacionales mineras y el poder neoliberal. Y, también el pasaporte a la modernidad y el despegue económico de la sierra, que su afiebrado y delirante imaginario lo vislumbra salpicado de campamentos mineros, socavones y tajos abiertos.

Alan García pretende eliminar a la comunidad campesina pues, ya en su primer gobierno comprobó como estas organizaron una de las más inmensas oleadas de recuperaciones de tierras –más de un millón de hectáreas- de las empresas asociativas de Puno. Y además, porque no olvida que han sido los hombres y mujeres de estas comunidades pobres, las que históricamente han rechazado las propuestas apristas y que ese partido, nunca logró hacer de ellas uno de sus bastiones sociales. Pero también, García sabe perfectamente, que en las entrañas mismas de las comunidades campesinas, yacen los gérmenes que sustentan una forma de vida, de organización social, política, productiva y cultural, que han resistido cientos de años, y derrotado tantos otros intentos por desaparecerlas.

La comunidad campesina es el dique de contención que impide que García termine de entregar en bandeja de plata nuestros inmensos y ricos recursos naturales a la voracidad de las transnacionales que no solo se enriquecen sino que destruyen impunemente nuestro medio ambiente. Pero no solamente es celosa guardiana de nuestros recursos naturales sino que es también una reserva de nuestra nacionalidad, de nuestra historia, de nuestra cultura y nuestras tradiciones en las que se fundamentan una forma de ver el mundo, una cosmovisión diferente al modelo depredador que hoy ha puesto en riesgo la existencia misma de nuestra vida y la del planeta. Y de la que por supuesto, nada o casi nada conoce García, embelesado en su ramplona metamorfosis política.
Y esa soberbia y arrogancia de los conversos, le impiden a Alan García medir las consecuencias de su obsecuencia, pues si cree que las comunidades campesinas y nativas, que ya conocen el accionar de las empresas transnacionales mineras, gasíferas y petroleras, van a despojarse fácilmente de los recursos que les posibilita la vida, está totalmente equivocado. No estaría demás recordarle que revise el rol histórico que ha jugado el movimiento campesino y sus organizaciones gremiales en defensa de sus tierras y sus derechos fundamentales.

Si piensa que las dificultades que pueden afrontar hoy las organizaciones campesinas nacionales le facilitarán sus propósitos, García vuelve a equivocarse. El paro agrario del 18 y 19 de febrero último ya mostró la contundencia que puede tener una medida de lucha campesina cuando de defender sus recursos se trata. Y ya las organizaciones como la Confederación Campesina del Perú, CCP, la Confederación Nacional Agraria, CONACAMI, entre otros ya han convocado a un paro nacional agrario y campesino para los días 8 y 9 de julio, que coincide con el paro de 24 horas convocado por la CGTP. Ahí, una vez más, Alan García comprobará que no se puede jugar con la esencia de la comunidad campesina que está en las entrañas mismas de la patria.

No hay comentarios: